Hacía ya un tiempo que deseaba hacer un voluntariado en Marruecos y lo tenía en mente en todo momento, aunque los últimos meses era casi en lo único que pensaba, quizás también por la situación y el momento de la vida en los que decidí hacerlo. “¿Qué te vas adónde? ¿Sola? ¿Qué dices? Estas locas…” fue lo que tuve que escuchar durante esos meses. Pero para los que no lo sepan, los marroquíes son personas muy acogedoras, cercanas, serviciales y a veces demasiado buenas.
Casualmente encontré a Initiative Association y la tenía entre mis favoritas. Me puse en contacto con Abdu e hizo que todo fuera más sencillo.
Dos semanas en Tazouka pasaron para mí como 4 días, así que recomiendo ir sin billete de vuelta si existe la posibilidad, claro. Me alojé en casa de Abdu y su familia, lo que animó a aprender más rápidamente la cultura. Después del desayuno, íbamos al colegio con los niños pequeños (3-6 años), para ayudarles a cualquier cosa, como hacerles fotocopias a mano, manualidades… Por las tardes, pasábamos tiempo con los más grandes (a partir de 7), dando clases de español, haciendo juegos, gymkanas, fiestas… proponiendo siempre ideas diferentes para hacer. En los ratos libres pintábamos el colegio y ayudábamos con el mantenimiento de las instalaciones. Pero la manera de colaborar es lo menos importante. Para mí, lo realmente importante es el hecho de vivir la experiencia de viaje solidario y abrir los ojos y el corazón.